miércoles, 27 de febrero de 2013

Llegó la hora de emprender



Ve a la escuela, estudia duro, obtén buenas calificaciones para que puedas conseguir un empleo seguro, bien pagado y con buenas prestaciones. Y entonces, tu empleo se hará cargo de ti.

Esas son ideas  desgastadas y obsoletas, remanentes de una época pasada. Todo lo anterior es una noción de la era industrial, y nosotros ya no estamos en ella. Tu empleo no se hará cargo de ti. El gobierno tampoco se hará cargo de ti. Nadie lo hará. Es un nuevo siglo y las reglas ya cambiaron”.

-Robert Kiyosaki
------


He tomado esta cita de Kiyosaki, el autor de «Padre Rico Padre Pobre»,  entre otros best sellers, como abreboca a esta entrada que dedico a mis lectores desempleados, mal remunerados o simplemente hastiados del trabajo que tienen. No  tengo recetas mágicas pero aspiro a que sirva de inspirador para dar ese salto al mundo de los emprendedores que los lleve a una situación personal más estable y gratificante. No es fácil porque estamos tan adoctrinados que creemos que el empleo es algo natural. Sin embargo, lejos de ser "históricamente" normal, todo el concepto de ser empleado es, en realidad,  un fenómeno  basado en un modelo educativo que está enfocado en la creación de personas obedientes a un sistema, diseñado para la producción y el consumo. Se le conoce como el modelo prusiano y data desde cuando las tropas napoleónicas humillaron al ejército prusiano en la batalla de Jena. El filósofo prusiano Johann Fichte, en su “Discurso a la nación alemana”, aseguró que la catástrofe era completa responsabilidad de la independencia de los alemanes, por lo tanto, era necesario un pueblo sumiso y dominado por las consignas gubernamentales, por lo cual sugirió que el Estado “debía moldear a cada persona, y moldearla de tal manera que simplemente no pueda querer otra cosa distinta a la que el Estado desee que quiera”.

Tres años después de la batalla de Jena se instauró el sistema educativo alemán, cuyo objetivo declarado era la creación de cinco grupos sociales: a) soldados obedientes para el ejército, b) trabajadores obedientes para las minas, c) buenos súbditos para el Gobierno, d) empleados serviles para la industria y e) ciudadanos que pensaran de la misma manera en la mayoría de las materias.

Pero los tiempos cambian y ahora tenemos otro panorama.  La crisis financiera mundial obliga ahora a cambiar el chip, “todo tiene que ser repensado, todo tiene que ser recomenzado”, como dice Edgar Morin en su obra “La vía para el futuro de la humanidad”, donde traza las diferentes vías reformadoras que se podrían adoptar para conducirnos a una metamorfosis de la sociedad tan asombrosa como la que engendraron la sociedad que pasó de cazadora a recolectora.

Como se sabe, la situación económica mundial está dejando millones de parados que optan por buscar nuevos modelos de trabajo. Además del emprendedor clásico, hoy en día son cada vez más los que se ven empujados al autoempleo, ya sea una pyme (pequeña y mediana empresa), trabajar como free-lance o hacerse a una franquicia ó  una compañía star-up para los más creativos.



Aunque suene a llover sobre mojado, para poner en marcha una empresa el aspirante a emprendedor tiene que ser capaz de detectar una oportunidad de negocio. En general, la mayoría de las empresas que se crean no se deben a grandes inventos ni a desarrollos científicos muy avanzados, sino que intentan cubrir de manera sencilla necesidades que existen en el mercado. En este sentido, las fuentes para encontrar posibles ideas son muy diversas, desde las páginas de los periódicos, pasando por las aficiones particulares de uno, hasta conversaciones con amigos.

El sistema de franquicia también es una alternativa a considerar para salir del desempleo: uno mismo es el propio gerente del negocio, pero con el apoyo de toda una red que protege la inversión con el aval de la experiencia vivida, un “saber hacer” adecuado y una imagen de marca probada de antemano. Esta modalidad tiene la ventaja de que se puede  acceder al mundo empresarial sin correr demasiados riesgos.

El trabajador autónomo o free lance es una persona que ejerce la actividad profesional de manera esporádica, ocasional o de forma permanente para empresas o, excepcionalmente, para particulares. En sentido amplio, trabajador autónomo es aquella persona que crea su propio negocio y que está sometido a un régimen específico de Seguridad Social.
Algunas profesiones que se ajustan a este perfil son: periodistas (de hecho mi último empleo en Colombia fue bajo esta modalidad en Andi-Fundación Mamonal), médicos, psicólogos o abogados que montan su propia consulta o despacho; también diseñadores o maquetadores que trabajan para quien les encargue un trabajo acorde con sus conocimientos profesionales; fotógrafos de prensa o de eventos (bodas, bautizos, etc.); traductores; intérpretes; correctores de textos; etc. Cada día es mayor la tendencia empresarial a la contratación de servicios externos o a la subcontratación, ya que en muchas ocasiones es más rentable que incorporar personal a la plantilla.
En fin,  las cosas están difíciles pero siempre hay alternativas para buscarse las habichuelas. Lo único es que ya no hay que buscarlas en otros huertos, sino intentar producirlas en el mismo terreno que tenemos en casa.

----

* Prusia es parte fundamental de la historia de Alemania y de Europa, y desde su fundación como reino fue una de las grandes potencias del continente.
Fuentes: Revista Libertad Digital
Wikipedia