domingo, 8 de octubre de 2017

España, cuídate de Cataluña (II Parte)

En la anterior entrada veíamos que el afán independentista de Cataluña no obedece a una sola razón, ni tampoco es cosa nueva. Este proceso , El Procés, ha tomado fuerza en los últimos 7 años,  impulsado por Artur Mas*, pero tras su destitución ha sido su sucesor, Carles Puigdemont, actual Presidente del Govern, el que intenta llevar el desafío separatista hasta sus últimas consecuencias. La pregunta formulada era "¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de república? Sí o No". El resultado obtenido pretendía llevar a una declaración unilateral de la independencia, sin embargo, lo que parecía claro hace unos días, no lo es ahora. A la vista de las consecuencias jurídicas y políticas, y de sus desastrosos efectos económicos, existen dudas y divisiones en el bloque secesionista. 

Para comenzar, el desafío independentista en Cataluña ha motivado una intensa aceleración del proceso de deslocalizaciones empresariales. Ya entre 2013 y 2016, la región había perdido más de 1.000 sociedades que optaron por cambiar su sede y huir de la incertidumbre que está generando el gobierno de Junts del Sí (Juntos por el Sí). En esta semana grandes empresas con sede social en Cataluña comenzaron a abandonar el territorio. Hasta la fecha, unas 16 han trasladado su domicilio social fuera de la región. El capital tiene miedo y quiere evitar el impacto negativo de una eventual declaración unilateral de independencia. Y es que no es para menos, Banco Sabadell y Caixabank perdieron 3.000 millones de euros en tres días tras desplomarse en Bolsa. Ayer Agbar (tan familiar para los de la Costa Caribe colombia al ser la sociedad que administraba o administra los acueductos de Cartagena y Barranquilla) decidió pasar su sede a Madrid. El dinero huye de la quema, y con todo esto quien pierde es Cataluña, porque la salida de estas empresas reducirá ostensiblemente la confianza de los inversores.
De blanco y al grito de 'sin banderas', se han producido manifestaciones en toda España exigiendo el diálogo (Fotografía vía Euronews)

En este escenario, se observan algunos movimientos en la dirección de aprovechar este compás de espera para encontrar vías de salida, planteándose la necesidad de un referéndum legal y pactado. Es una idea que no solo se propone desde determinados círculos políticos, sino que también encuentra eco en amplios sectores de la opinión pública, que piden recuperar el diálogo entre las instituciones catalanas y el Gobierno de la nación.  

Según algunos juristas, un referéndum «consultivo» en Cataluña podría tener cabida en el ordenamiento jurídico español sobre la base del art. 92 de la Constitución. Así pues, sería posible consultar a los catalanes (aunque sin efectos vinculantes) sobre su permanencia en España, y medir así el peso de las diversas opciones. El problema es cómo gestionar políticamente el resultado de ese referéndum consultivo si saliera favorable a la independencia, ya que no sería posible canalizarlo en el actual marco constitucional.Respecto al referéndum «vinculante», que es lo que realmente proponen los soberanistas, no tiene cabida en la Constitución española una consulta que plantee la autodeterminación y en la que solo voten los catalanes. Ningún gobierno puede «pactar» un referéndum de ese tipo sin llevar a cabo una reforma de los citados artículos de la carta magna cambiando el principio de soberanía. Reformar la Constitución en ese sentido (confederal) significaría que el derecho de autodeterminación debiera extenderse, al menos, a cada una de las 17 comunidades que forman el actual Estado español. El problema es que ninguno de los partidos del bloque constitucionalista (PP, PSOE y Cs), hoy mayoritario en las dos cámaras del Parlamento, están dispuestos a aceptar una reforma constitucional de ese calado. 
De blanco y al grito de 'sin banderas': manifestaciones en toda España exigen diálogo
En la opinión de Eduardo Moyano Estrada, catedrático de Sociología IESA-CSIC, el único referéndum (vinculante, legal y pactado) que seria factible es el que tenga por objeto aprobar un Estatuto catalán. Sería éste un referéndum en el que votarían solo los catalanes, satisfaciendo así el derecho a decidir que tanto reclaman. No sería, por tanto, un referéndum para votar sobre la independencia, sino para votar sobre un nuevo Estatut en el que se establezca un nuevo encaje de Cataluña en un modelo territorial de corte federal. Esta opción puede que no guste a los independentistas, pero rompería la dinámica de polarización existente y abriría un nuevo escenario. Para ello, haría falta, de un lado, que el Govern volviera a la legalidad, renunciando a declarar la independencia (tiene motivos sobrados para justificar esa renuncia), pero sin abandonar sus aspiraciones históricas, y, de otro, que el bloque constitucionalista apoyara, sin renunciar a la integridad territorial, la reforma del título VIII. Ese es el único diálogo posible, y por el que se debe apostar. La solución a todo este nudo es, pues, diálogo y concordia para evitar un brusco desenlace en el que nadie saldrá beneficiado.

*Artur Mas i Gavarrónota es un economista y ex-político español asociado al Partido Demócrata Europeo Catalán, inhabilitado para cargo público desde 2017 y condenado por desobediencia al Tribunal Constitucional y prevaricación como consecuencia de la consulta del 9-N (9 de noviembre de 2014) que buscaba conocer si los catalanes querían que Cataluña sea un Estado y que este sea independiente.

Fuentes: Diario de Córdoba
Huffington Post

viernes, 6 de octubre de 2017

España, cuídate de Cataluña (Parte I)

Seguramente muchos de ustedes habrán leído en los periódicos de sus países  que una región de España llamada Cataluña anda convulsa desde hace un tiempo porque quiere conseguir la independencia, ante lo cual el estado español se niega a concedérsela. Antes de continuar, quiero pedir a los lectores españoles que pudiera tener, que se me excuse, porque  la intención de esta entrada no es hablar como una experta (política española sé muy poco); sólo me he propuesto indagar un poco  para aclararme,  a ver si entiendo del por qué de  tanta rebelión, y de lo que podría pasar si los catalanes independentistas consiguen su objetivo. Lo cierto es que la disputa ha sumido a España en una de sus mayores crisis políticas, en décadas. Bajo esta premisa, paso a hacer una especie de presentación de las partes en conflicto: 

España, la madre patria, tan familiar para los hispanohablantes, es un país muy antiguo  formado por la unión de varios reinos, hace más de 500 años. Fue una potencia mundial en los siglos XV y XVI. Si hay una frase que definía a España en ese entonces era la de “El imperio donde nunca se pone el sol” para significar que sus dominios eran tan extensos que al menos en alguna parte de su territorio era siempre de día. Políticamente España ha tenido un pasado relativamente convulso. De la historia reciente es preciso recordar que tras la guerra civil 1936-39 hubo un periodo de casi 40 años de dictadura ejercida por el general Francisco Franco. Cuando Franco murió se produjo un fenómeno casi único en el mundo, al que se le llama “Transición”: se consiguió pasar de una dictadura a una democracia solamente reformando leyes, pacíficamente, con mucho consenso y buena voluntad, al punto que se consiguió establecer una constitución democrática (la de 1978), que puede considerarse de las más avanzadas del mundo en libertades y derechos sociales.  
Protesta de estudiantes contra las cargas policiales, este lunes en Barcelona. Foto de Juan Carlos Cárdenas, de la Agencia EFE.

Durante los años de democracia, se han producido algunos incidentes importantes, como un golpe de Estado que estuvo a punto de triunfar en 1981, y la lacra del terrorismo, vinculado al nacionalismo vasco.  Han habido casos de corrupción que han afectado a los diversos partidos y más al ámbito político que al administrativo o funcionarial. Pero la realidad es que España ha ido hacia adelante en todos los terrenos: en 1986 hizo su ingreso en la Unión Europea, lo que la impulsó a adaptarse a los estándares de los otros países del entorno y crecer económicamente; en libertades y derechos, España es pionera, y el temido terrorismo, al menos el proveniente de ETA, ha sido erradicado. 

Por su parte, Cataluña es una región ubicada al nordeste de la península ibérica,  considerada nacionalidad histórica (1).  En el territorio catalán habitan 7.504.008 personas. Cataluña constituye un territorio muy denso y altamente industrializado, por lo cual lidera el sector en España desde el siglo XIX, y su economía es la más importante de entre las comunidades autónomas, al generar el 18,8 % del PIB español.

Pero qué es lo que ha pasado, ¿por qué los catalanes quieren independizarse?. La crisis económica de 2007, de la que todavía el país no se ha recuperado, ha supuesto un punto de inflexión política, porque los dos partidos tradicionales, PP, de derecha y PSOE, de izquierdas, han sufrido un importante desgaste: el PSOE por negar la crisis y tener una política errante y poco coherente, y el PP, que es el que gobierna ahora, por cargar todas las consecuencias de la crisis sobre el ciudadano y por una corrupción que ha ido aflorando en los últimos tiempos. Todo ello ha hecho surgir movimientos regeneradores pero también un populismo de izquierdas de corte más bien antisistema, como es el caso de Podemos.

La decisión de independizarse está basada en aspectos económicos, políticos y culturales. Los partidarios de la independencia sostienen que Cataluña tiene su propia lengua y cultura, es una "nación" y como tal debe permitírsele tener un Estado propio. También arguyen que al ser Cataluña una de las regiones más ricas de España, está transfiriendo en exceso su recaudación fiscal a las regiones más pobres, y que sus ciudadanos disfrutarían de un mayor grado de prosperidad si hubiera un Estado independiente.  El pasado domingo 1 de octubre se llevó a cabo el Referéndum unilateral sobre la independencia de Cataluña,  que se intentó impedir haciendo uso de una violenta represión policial, sin embargo la consulta arrimó hasta las urnas a muchos catalanes no independentistas que en otras circunstancias hubiesen dado la espalda a la consulta. Según el gobierno catalán, pudieron votar 2.262,424 catalanes, que representa el 42,34% del censo convocado, que era de 5.343.358 personas. Tres años antes, el soberanismo consiguió una cifra superior, 2.344.828 votantes, 82.404 más que en el que se le conoce como el 1-O.

Todos los analistas políticos creen que el enfrentamiento podría resolverse mediante un diálogo renovado entre las autoridades catalanas y españolas que conduciría a un mejor trato fiscal y un mayor gasto en infraestructuras para la región. Muchos, incluso representantes del Gobierno central, dicen que también sería necesaria una reforma constitucional amplia que incluya artículos específicos para proteger la lengua y la cultura catalana y que esta sea aprobada mediante un referéndum legal y pactado a escala nacional...

Y hasta aquí llega esta primera parte. Más adelante veremos las consecuencias y las reacciones  que ha tenido hasta ahora el famoso Referéndum. 

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1)    Nacionalidad histórica: en la política española este término se usa para designar a aquellas comunidades autónomas que se declaran con una identidad colectiva, lingüística o cultural diferenciada del resto de España. Los Estatutos de Autonomía que utilizan dicha denominación en referencia a sus comunidades son los de Andalucía, Aragón, Islas Baleares, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia y País Vasco.


Fuentes: hayderecho.com
               www.eluniversal.com.mx
               Wikipedia
Imagen:  Vía El País.









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