“El viento de otoño ya llega hasta aquí, el árbol del parque se quiere dormir.
Sus hojas marrones volando se van, con las golondrinas hacia otro lugar.
Barre, barre, barrendero; barre, barre con salero.
Barre, barre, barrendero que el otoño ya está aquí”.
¿Bonito, verdad?. Es la Canción de Otoño de Julio Cortázar, que me ha llegado como anillo al dedo en una tarjeta virtual de esas con que se promociona un famoso portal de postales gratuitas.
El viernes 23 de septiembre de 2011, a las 11h 5m hora oficial peninsular, se inició el otoño en el hemisferio Norte. Esta estación durará 89 días y 20 horas, es decir se extenderá hasta el 22 de diciembre de 2011, y con ella los días se irán acortando: amanece alrededor de las 8 a.m. y oscurece sobre las 8:30 de la noche, o de la tarde, como se dice aquí, hasta que, en la proximidad del invierno, anochece sobre las 6.30 ó 7 p.m, como allá. En verano amanecía sobre las 6:30 o 7 y la luz solar se extendía hasta casi a las 11 de la noche, algo que me causó una gran sorpresa cuando estaba recién llegada a este país.
Durante el otoño, las hojas de los árboles caducos cambian y su color verde se vuelve amarillento y amarronado, hasta que se secan y caen ayudadas por el viento que sopla con mayor fuerza. Desde esta estación la temperatura comienza a ser un poco fría. Cuántas postales conocemos con esta imagen. Atrás quedaron los días de sol caliente, el calor sofocante, y junto con ellos el colorido y el desparparjo de los shorts , pavas, pareos, bañadores, sandalias, gafas, protectores solares y la “marcha” o lo que es la mismo la rumba, porque es en verano cuando la mayoría de la gente sale de vacaciones.
Está demás decir que el verano es mi estación favorita, en la que me siento un “pelín” como en mi tierra, pero para la gran mayoría esta en la que ya estamos es la estación en la que más a gusto se sienten porque las temperaturas no son tan extremas. No obstante, el cambio de estación es el causante de una tristeza característica que se califica como depresión otoñal o síndrome afectivo estacional, que algunos atribuyen a la vuelta al trabajo o a los estudios -que suponen un bajón moral para casi todo el mundo vivan donde vivan- pero la razón científica es la modificación de los ritmos vitales derivadas de la reducción de horas de luz y de la llegada del frío.
Según los pronósticos el otoño 2011 será frío en estos lares por culpa de La Niña, que se inicia mediante el enfriamiento de las aguas que bañan las costas de Perú, en el Pacífico. Y yo que pensaba que a La Niña sólo le gustaba jugar en los patios de nuestra América, pero, preparándome para escribir esta entrada, descubro que es un fenómeno climático que forma parte de un ciclo natural global que tiene dos extremos: una fase cálida a la que se le conoce como El Niño y una fase fría conocida como La Niña, y van a vinen en ciclos de 7 u 8 años.
Cualesquiera de ambas condiciones se expanden y persisten sobre las regiones tropicales por varios meses y causan cambios notables en las temperaturas globales, y especialmente en los regímenes de lluvias. Esto no es nuevo, leo, y data desde la época prehispánica.
Bueno después de este informe metereológico, un tanto harto de leer, me despido como entré, con una poesía de Juan Ramón Jiménez, dedicada a esta hermosa estación.
OTOÑO
Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.
Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!
¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!
En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.
Un abrazo para todos,
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