“Estamos profundamente entristecidos por anunciar que Steve Jobs falleció hoy” declaró en un comunicado la directiva de Apple, tras la muerte de su fundador, apenas un día después del lanzamiento del iPhone S4, el nuevo dispositivo con que la compañía aspira seguir a la cabeza del mercado mundial de celulares (móviles).
Mucho es lo que se ha escrito sobre la desaparición de Jobs y por eso en esta entrada sólo enunciaré los aspectos que más me llamaron la atención de este ya mítico personaje.
Steve Jobs había nacido en San Francisco en febrero de 1955. Era hijo biológico de dos jóvenes licenciados en la Universidad de Wisconsin, que decidieron darlo en adopción, tal vez al considerarle un obstáculo para el desarrollo de sus carreras. Su madre había localizado a un matrimonio de abogados de buena posición para entregarles a la criatura, pero a última hora lo rechazaron porque querían a una niña. Entonces, como una solución de urgencia, fue entregado a una matrimonio armenio de Mountain View, una pequeña ciudad en el área de la bahía de San Francisco. El pequeño tardó en enterarse de estos detalles, pero en un momento de su vida decide contratar a un detective para que localizara a su madre biológica que resultó ser Joanne Simpson, especialista en terapia del lenguaje y quien finalmente había contraído matrimonio con su padre biológico, Abdulfattah Jandali, sirio de religión musulmana, poco después de su entrega en adopción. Con su madre logró tener un acercamiento, tanto que fue invitada a su boda en 1991, pero de su padre nunca quiso saber, hablando en lenguaje informático, fue borrado de la memoria. Tan cobarde y cabrón (y me perdonan la expresión) debió parecerle.
Lo otro que me llama la atención es que Steve Jobs nunca se licenció en la universidad. A los seis meses de haber iniciado estudios en el Reed College de Portland, los dejó, pero siguió yendo a algunas clases. No faltaba a las de caligrafía, mientras subsistía recuperando latas vacías de Coca- Cola y siendo objeto de la caridad de los comedores de los Hare Krishna. En el discurso que dio en la Universidad de Stanford en 2005, señaló que en virtud de este interés por la caligrafía aprendió acerca de los tipos de letras, de la variación del espacio entre las distintas combinaciones, y eso -que aparentemente no tenia una aplicación práctica en su vida en ese momento- marcaría la diferencia al diseñar el primer Macintosh: una de sus cualidades era la bella tipografía que tenía. “Si nunca hubiera asistido a ese único curso en la universidad, el Mac nunca habría tenido múltiples tipografías o fuentes” aseguró.
Otro detalle interesante, aparte de que la compañía nació en el garaje de su casa en 1976 junto a Steve Wozniak, y que fue obligado a retirarse de Apple en 1985 por divergencias con la persona que él mismo había ayudado a contratar, es el carácter autoritario del genio. Sin embargo, uno de sus ejecutivos lo defiende diciendo que "las democracias no crean productos estupendos, se necesita un tirano competente para eso". Y los productos de Apple lo son. La leyenda dice que coincidir con Jobs un mal día en el ascensor podía significar un despido fulminante. Él no lo negaba del todo. En Fortune, en 2008, explicaba: "Mi trabajo no es ser un tipo fácil con la gente, sino procurar que mejoren. Mi tarea es unir las diferentes piezas de la compañía, despejar los obstáculos del camino y conseguir el dinero para los proyectos clave".
Bueno, el resto ya de seguro lo saben. La enfermedad truncó esa espectacular carrera, durante la cual logró registrar 317 patentes, la mayoría relativas a diseño que cubrían la manera en la que luciría un producto más que de algún software innovador. Dentro de estas patentes hay algunas llamativas como las impresionantes escaleras de cristal que están en muchas de las tiendas de Apple (por esto registró dos patentes), pero también “pequeñeces” como los cables de los audífonos, los broches que los sostenían en la ropa y hasta los empaques de plástico transparentes de los iPod.
La enfermedad truncó esa espectacular carrera. Para alguien acostumbrado a decidir y a llevar el timón de una gran empresa debió de ser terrible rendirse a la evidencia de que lo más importante, su salud, escapó de su control, de su poder intuitivo, de sus creencias budistas. Y devolvió a esta deidad de Silicon Valley a la frágil condición de mortal.
Fuentes: El Mundo, www.guioteca.com
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