martes, 17 de abril de 2012

Merienda a la orilla del Tormes

Ayer fue Lunes de Aguas, segundo lunes después del Domingo de Resurrección, como se sabe. Miles de salmantinos –católicos o no, y a pesar del frío invernal que todavía hace- rompieron su rutina de trabajo para acudir en masa a los campos, a las orillas del río Tormes o a cualquier lugar con suficientes zonas verdes, para pasar la tarde en familia y con los amigos y disfrutar del hornazo, la típica merienda de esta fecha (el tal hornazo es la imagen de más abajo, una empanada hecha a base de diferentes embutidos como chorizo y lomo de cerdo, además de huevo duro). Pero ¿qué es lo que se celebra? Pues nada más y nada menos que el regreso de las meretrices a la ciudad, tras el exilio forzoso al que eran sometidas durante la cuaresma. La celebración data del Siglo XVI y fue instaurada por Felipe II, el rey que ordenó desde España la construcción de 11 kilómetros de murallas y fuertes que protegieran a nuestra Heroica Cartagena.



Esto ya no es así, pero la fiesta permanece. A fin de cuentas este es el país más fiestero de Europa (tenemos a quien salir). Pero ¿qué llevó al Rey Prudente, como se conoce a Felipe II, a tomar tal determinación?. El hecho de haber escogido a Salamanca como lugar para casarse con María Manuela de Portugal. Durante los días previos al casorio el heredero de Carlos I, que para entonces contaba con 16 años, tuvo tiempo más que suficiente para contemplar con asombro el verdadero rostro de Salamanca.

Wikipedia cuenta al respecto (me "mola" el relato, por lo cual lo dejo tal cual): "Felipe no entiende cómo esta sobria y señorial capital de la meseta funde en su seno el templo del saber, la luminaria del cristianismo europeo, el dogma y la palabra, y al mismo tiempo el ocio y la diversión sin límites ni miramientos. Y es que Salamanca en aquellos años contaba con más de ocho mil estudiantes (sirva como referencia que Madrid tenía once mil habitantes en el primer tercio de siglo XVI), entre los cuales hay becados, sopistas, señoritos de postín, alrededor de los cuales gira un complejo mundo plagado de criados, mozos de cuadra, taberneros, prostitutas para todos los bolsillos y dones, también curas corruptos, catedráticos rectos y catedráticos visionarios y ocultistas, rameras con más bachillerías que los propios estudiantes, lavanderas, amas de llaves, buhoneros y feriantes, de tal modo que a la par que las Escuelas Mayores y Menores, patios de lectura, y bibliotecas, coexisten tabernas insanas y lujuriosas, casas de amancebamiento de toda índole, y toda suerte de atentados contra el sexto y todos los demás mandamientos inventados y por inventar. Pícaros, incluseros, "lazarillos" avispados, ciegos resabiados, alcahuetas y "celestinas" poblaban los arrabales de Salamanca, que se convierte en fuente de este tipo de géneros literarios". 

Felipe II dentro de su rectitud cuasi monacal queda perplejo con tamaño espectáculo y lo primero que hace es promulgar un edicto en el cual ordena que durante los días de Cuaresma y Pasión la prohibición de comer carne se haga extensible en todos los sentidos, y para evitar conductas que conlleven pecado carnal, obliga a que las mujeres "de vida alegre" sean expulsadas de la ciudad, y conducidas extramuros durante el citado periodo cuaresmal, poniendo además como condición que ninguna sea osada de acercarse a menos de una legua de los límites de la ciudad so pena de sufrir gran castigo.

Dicho y hecho, a partir de este edicto, las prostitutas de Salamanca abandonaban la ciudad antes de comenzar la Cuaresma y el tiempo de abstinencia, y desaparecían de ella de manera temporal, recogiéndose en algún lugar al otro lado de río Tormes.

Pasada la Semana Santa y con ella el periodo establecido, las rameras regresaban a Salamanca el lunes siguiente al Lunes de Pascua, para lo cual los estudiantes organizaban una grandísima fiesta, las calles de Salamanca se trocaban en torrentes de vino tinto, y salían a recibirlas a la ribera del Tormes con gran júbilo, estrépito y alboroto. Imagínense por un momento la escena y continúo con el recuento: "Ellos mismos se encargaban de cruzar a las alegres damas en barca de una orilla a otra del rio, y en medio de una gran algarabía llegaba el descontrol, el éxtasis etílico, el desenfreno y la carnalidad, acometiendo allí mismo lo que sus instintos reprimidos durante un mes y medio les pedían en ese momento. La gran orgía estudiantil a orillas del rio, culminaba siempre con un gran remojón colectivo, con los asistentes al evento -rameras y estudiantes- completamente ebrios.

De conducir a las meretrices y pupilas tanto a su exilio temporal, como a su aclamado regreso, se encargaba un pintoresco personaje. Un sacerdote picarón llamado Padre Lucas, y que por degeneración del término, era conocido por los estudiantes por el nombre de "Padre Putas", el cual se encargaba de concertar el momento del advenimiento carnal de estudiantes y doctoras de la cátedra del placer". ¡Qué pasada!


El lunes de aguas pues ha permanecido en el calendario festivo salmantino con unas connotaciones más bien "zanahorias" y ya no se despide con él los rigores cuaresmales, sino que permanece para tener un pretexto para irse de fiesta, aunque al día siguiente haya que currar.





Fuente: Wikipedia

6 comentarios:

  1. María muy buen artículo.bien sazonado y documentado. Ya estas para que El tiempo o el espectador te tengan entre sus columnistas desde España o la misma sacrosanta revista semana.
    Un abrazo y felcitaciones

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  2. ¿Tú crees? Vamos a ver si logro que Alejandro Santos, Roberto Pombo o Fidel Cano puedan leerme alguna vez para que luego me propongan escribir una columna, ja,ja.

    Muchas gracias por esas palabras tan estimulantes.

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    1. María R., claro que sí se puede!!! Ya te están leyendo los alumnos de quien fuera tu profesor de español y literatura en la Academia Colombiana de Comercio, le sugerí que lo hiciera ya que te admira muchísimo desde que estabas estudiando y cada vez que puedo le imprimo tus publicaciones para que las comparta con ellos, y por el sólo hecho de saber que fuiste exalumna de su profe, los hace sentirte cercana y real y Ricardo te pone de ejemplo que sí se pueden lograr nuestros sueños, no importando que tan difíciles sean las circunstancias, que cuando las cosas se hacen con pasión . lo demás viene por añadidura, ahora se me ha ocurrido compartir tu blog, con Gustavo Tatis Guerra, periodista, poeta y pintor, quien trabaja para El Universal de Cartagena y escribe en varias revistas nacionales. Lo demás vendrá solito. Abrazos

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  3. Buenisimo me encanto, no conocia esta historia.....

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  4. "Las putas no eran tan tristes como las veía Gabo, ni nunca eran feas según las viera Don Quijote"

    Tres feas del «Quijote»: Maritornes, la Torralba y la campesina toboseña

    Sabemos que Dulcinea del Toboso y Aldonza constituyen en el Quijote la cara y la cruz de la descriptio puellae, la idealizada y la ridícula, y algo ya quedó dicho sobre ellas en una entrada anterior del blog. Repasaré ahora las descripciones de otras mujeres de la inmortal novela cervantina en las que se acumulan los rasgos de fealdad grotesca (recordemos que en el Siglo de Oro rige el concepto de turpitudo et deformitas ‘torpeza y fealdad’ a la hora de provocar la risa). Así, al comienzo del capítulo I, 16 se ofrece la siguiente descripción de Maritornes:

    Servía en la venta asimesmo una moza asturiana, ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, del un ojo tuerta y del otro no muy sana. Verdad es que la gallardía del cuerpo suplía las demás faltas: no tenía siete palmos de los pies a la cabeza, y las espaldas, que algún tanto le cargaban, la hacían mirar al suelo más de lo que ella quisiera (pp. 167-168)[1].

    Por la noche, como sabemos, la moza acude a solazarse con el arriero, «en camisa y descalza, cogidos los cabellos en una albanega de fustán» (p. 173). Don Quijote, pese a encontrarse molido, la aferra de la muñeca y la sienta a su lado en el lecho, imaginando que viene a requerirle de amores a él:

    Tentóle luego la camisa, y, aunque ella era de arpillera, a él le pareció ser de finísimo y delgado cendal. Traía en las muñecas unas cuentas de vidro, pero a él le dieron vislumbres de preciosas perlas orientales. Los cabellos, que en alguna manera tiraban a crines, él los marcó por hebras de lucidísimo oro de Arabia, cuyo resplandor al del mesmo sol escurecía; y el aliento, que sin duda alguna olía a ensalada fiambre y trasnochada, a él le pareció que arrojaba de su boca un olor suave y aromático; y, finalmente, él la pintó en su imaginación, de la misma traza y modo, lo que había leído en sus libros de la otra princesa que vino a ver el malferido caballero vencida de sus amores, con todos los adornos que aquí van puestos. Y era tanta la ceguedad del pobre hidalgo, que el tacto ni el aliento ni otras cosas que traía en sí la buena doncella no le desengañaban, las cuales pudieran hacer vomitar a otro que no fuera arriero; antes le parecía que tenía entre sus brazos a la diosa de la hermosura (pp. 173-174).

    Quiero llamar la atención sobre ese «él la pintó en su imaginación», que recuerda el «píntola en mi imaginación como la deseo» de I, 25 (p. 285)[2].



    Don Quijote y Sancho también están en sus camas despiertos ya que no pueden conciliar el sueño por estar tan doloridos. En esto, don Quijote comienza a imaginar que la hija del señor del castillo (el ventero) se enamora de él y viene a visitarlo de noche, pero se promete no serle infiel a Dulcinea. Mientras que don Quijote fantasea, entra Maritornes en camisa, descalza y andando de puntillas en busca del arriero. Don Quiote, le escucha entrar a Maritornes y se sienta en la cama con los brazos extendidos para recibir a la "doncella". En la oscuridad, Maritornes se topa con don Quijote y él le agarra la muñeca y hace que se siente a su lado. Imagina que su camisa es de una tela fina, que las cuentas de vidrio de su pulsera son perlas orientales y que su aliento, que "olía a ensalada fiambre y trasnochada, a él le pareció que arrojaba de su boca un olor suave y aromático". No obstante, don Quijote le explica a Maritornes que no puede satisfacer sus deseos por estar tan dolorido y por su compromiso con Dulcinea.

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  5. De dónde sacaría Cervantes el nombre de MARITORNES sino fuera aquella MARÍA de TORMES, la mujer alegre y vivaracha a la orilla del Tormes, esperando la suspensión de la veda filipinezca para iniciar sus labores amatorias ? Se abre la especulación cervantina en tierra salmantina !!!

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