martes, 1 de noviembre de 2016

La reivindicación de las brujas

A lo largo de la historia de la humanidad ha sido muy peligroso ir contracorriente.  Las brujas, son un ejemplo de ello. Estas mujeres trabajaban en secreto para que no llegara a oídos de beatos y poderosos la naturaleza de sus prácticas,  porque si alguna persona malintencionada se enteraba de las andanzas de una de ellas, la barbarie se apoderaba de todos y la tragedia era inminente. Muchas terminaban siendo condenadas a muerte después de ser horriblemente torturadas. Se las acusaba de ser adoradoras del demonio, de organizar aquelarres para invocarlo, de preparar brebajes ponzoñosos para envenenar el ganado, de echar el mal de ojo a los vecinos… en definitiva, se las culpaba de todas las desgracias del pueblo donde vivían. 
"Te puedo contar que tradicionalmente se ha dicho que las brujas volaban sobre escobas. En realidad, lo que tenían era un  hábil manejo de la flora autóctona. Conocían las propiedades del beleño, el estramonio, la mandrágora o la belladona. Y la manera más rápida que conocían para “colocarse” no era otra sino extender aquellos menjurjes en un palo de escoba, para posteriormente frotarlo por su entrepierna. No hay mejor lugar para asimilar la droga, que una zona húmeda y mucosa" (1) 
Durante los siglos XVI y XVII las brujas sufrieron las persecuciones más horribles y numerosas. El paroxismo o locura colectiva surgió cuando los tribunales civiles suplantaron el monopolio de la Iglesia en relación a todo lo concerniente a la brujería. La « caza de brujas» conoció dos etapas críticas : la primera entre 1480 y 1520, y la segunda entre 1560 y 1650. 
Las brujas no eran personas malas y feas, como las ha descrito la literatura universal, sino mujeres generadoras de un conocimiento específico. En el medievo, cuando predominaba un modelo social masculino, el saber de las brujas fue considerado amenazante, por lo que fue perseguido y destruido junto con ellas en las hogueras. Obra Luis Ricardo Falero

Historiadores e investigadores estiman hoy día que el número de víctimas se situó entre 50.000 y 100.000, contando tanto los condenados a la hoguera por los tribunales de la Inquisición como los condenados por la Reforma. Obviamente, nos estamos refiriendo a un número elevado de afectados en proporción a la población europea de la época. Y entre estos condenados a muerte, se estima que alrededor del 80 % de las víctimas fueron mujeres. El 20 % restante eran hombres, la mayoría catalogados como « errantes» (pobres y vagabundos, nómadas, judíos y homosexuales).

Estas mujeres que fueron acusadas y condenadas (y en algunos casos también su descendencia, sobre todo si se trataba de niñas), frecuentemente pertenecían a las clases populares, y entre ellas, sólo una minoría hubieran podido ser catalogadas como enfermas mentales o como auténticas criminales (éste fue el caso por ejemplo de Catherine Deshayes bajo el reinado de Louis XIV, culpable de homicidio). La mayoría de las condenadas en esos días, eran de todas las edades y condiciones, y de diversas confesiones religiosas, con frecuencia parteras o curanderas, pues los remedios de estas últimas se basaban en una farmacopea tradicional, consistente en brevajes y también en infusiones o decocciones de raíces y de hierbas, o sea lo que se conoce como « fitoterapia». La población de entonces, esencialmente rural, no tenía otro recurso para intentar tratar algún mal que recurrir a estos procedimientos ancestrales, los que claro, a la consideración de personas más cultas daban que pensar en la magia y en la brujería.

Si bien el término « genocidio» tal vez no sería el más apropiado, muchos feministas definen hoy día esta horrenda batida contra las brujas como un crimen contra la humanidad, mientras que otros admiten que las injustificadas persecuciones y ejecuciones por sospechas de brujería perfectamente se acercan o se asimilan a lo que en el siglo XX ocurrió a los armenios en Turquía, o lo que ocurrió a los judíos en Alemania y en Polonia.

Uno de los primeros en querer rehabilitar a las brujas fue Jules Michelet, quien les consagró un libro en el año 1862. El autor quiso desarrollar en ese escrito un « himno a la mujer, benefactora y a la vez víctima» (« hymne à la femme, bienfaisante et victime»).

Michelet eligió allí presentar a la bruja como una rebelde y como una revolucionaria, al mismo tiempo que como una víctima, y así rehabilitaba o intentaba rehabilitar la imagen de la bruja en una época donde la misma estaba casi totalmente opacada y subordinada por la del diablo. Fue necesario esperar el surgimiento de los movimientos feministas de los años 70, para ver claramente planteado este asunto de una manera más moderna y positiva. En efecto, los representantes de dichos movimientos se apoderaron entonces de la bandera de la emancipación, y reivindicaron esta cuestión como símbolo y emblema de su combate. Puede señalarse por ejemplo a la revista "Brujas" de Xavière Gauthier, donde se presentaron en forma fiel y en detalle « las prácticas subversivas de los movimientos feministas».

Una novedad y un punto de quiebre respecto de estos asuntos tuvo lugar a inicios del siglo XX, cuando la egiptóloga Margaret Murray afirmó en The Witch-Cult in Western Europe (Oxford, 1921) que las descripciones y afirmaciones de las acusadas por brujería se referían a ritos reales, pues lo entonces llamado "brujería" tenía relación con una religión muy antigua, un culto precristiano de la fertilidad, que los jueces inquisidores catalogaban como una perversión diabólica. 

Más recientemente, en el libro El retorno de las brujas, la filósofa Norma Blázquez Graf, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), especialista en ciencia y género, explica que, aunque la población femenina no tuvo acceso a la educación superior hasta el periodo transitorio del siglo XIX al XX, siempre ha generado sabiduría. Pone de ejemplo el saber de las brujas en la Europa de los siglos XIV al XVII y lo aterriza en un mundo contemporáneo, en el que la progresiva incorporación de las mujeres a la ciencia ha modificado las estructuras de las instituciones y el proceso creativo del conocimiento.

Hoy por hoy las brujas de reúnen a plena luz del día, hablan en voz alta y dicen ser las sucesoras de esas mujeres a las que quemaron vivan por sus conocimientos.

"Violet Witches" es una iniciativa que reúne a mujeres de diferentes ámbitos para que platiquen acerca de su experiencia de vida. Es un espacio para compartir fracasos, logros y experiencias de las  mujeres en los espacios públicos desde una óptica feminista. El objetivo es darle visibilidad a todas las formas de participación de las mujeres en los distintos espacios en que les corresponda interactuar.(2) 

(1): El Genocidio de las Brujas, publicado https://lasociedadsupersecreta.wordpress.com
(2)  http://www.chiapasparalelo.com

Otras fuentes: Wikipedia

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