miércoles, 1 de febrero de 2012
La bendita siesta
¿Quién no conoce esa sensación de modorra que entra después del almuerzo? Yo no soy yo si no me tumbo a hacer la siesta. Es de esperarse: si me levanto 2 horas antes de que amanezca, pasadas 9 horas de actividad el cuerpo me pide descanso. Y si se tiene en cuenta que estoy durmiendo tan sólo 6 y media horas de las 8 reglamentarias, es comprensible el mal genio que me ataca si algo perturba mi dulce descanso después de comer, en el que repongo fuerzas para seguir en la lucha. Con esto de tener un hijo adolescente que no quiere irse a la cama a las 10:30 como debe ser, me dan las doce de la noche dando la lata. ¡Vete a dormir J.F! digo una y otra vez. La perorata la inicio desde que son las 10, pero más puede el Tuenti y el Facebook que yo, aunque esto es harina de otro costal.
Mucha gente cuando habla de España y las cosas que ha inventado se refiere a la siesta en son de chanza. Las comidas copiosas que caracterizan a este país a la hora de almorzar (o comer como se suele decir acá) son las responsables. En el resto de Europa Occidental, la abundancia se deja para el inicio de la jornada (y claro, al mediodía qué pesadez iban a tener?) por lo cual, según los costumbristas, la siesta resultaba un hábito propio de pueblos con escasa disposición para el trabajo en un medio que permitía generosamente vivir sin mayores exigencias
Pero ¡cómo cambian los tiempos! la siesta ya no es patrimonio exclusivo de este país. Hoy la costumbre de la siesta está más extendida en otras partes de Europa que en el área mediterránea, donde ha perdido adeptos. Un estudio que publicó la revista científica 'Neurology' en 2002, sostiene que no son los españoles los que más duermen sino …los adustos alemanes!. Los resultados de este trabajo, basado en una amplia encuesta telefónica realizada entre 19.000 ciudadanos en cinco países europeos, sorprendieron a expertos y profanos. El 22% de los alemanes aseguraba echar una cabezadita después de comer al menos tres veces por semana, frente al 16% de los italianos, el 15% de los británicos y muy por delante de los españoles (9%) y portugueses (8%).
En China, Taiwán, Filipinas, India, Oriente Medio, Africa del Norte y, como se sabe, en Latinoamérica donde heredamos la costumbre de nuestros colonizadores, el descanso vespertino es habitual.
Personajes como Albert Einstein y Winston Churchill cantaron sus alabanzas. El líder británico aprendió la costumbre durante una estancia en Cuba y fue un entusiasta cultivador de la misma. Sus colaboradores quedaban rendidos mientras a él se le veía tan espabilado a las dos de la madrugada y con ganas de trabajar más, durante los días de la Segunda Guerra Mundial.
Por su parte, Camilo José Cela, uno de los escritores más importantes de la literatura española del siglo XX, y premio Nobel en 1989, con su sarcasmo habitual, ensalzó la práctica y disfrute de esta costumbre. El novelista decía de la siesta que había que hacerla "con pijama, Padrenuestro y orinal" y llegó a definirla como el "yoga ibérico".
Lo cierto es que está demostrado que los trabajadores rinden más por la tarde si se toman ese sueño de veinte o treinta minutos. Al contrario, un sueño más largo podría dejarnos confusos, aturdidos o con dolor de cabeza. Sin embargo, hay que evitar entrar en fases más profundas de sueño en las que despertarse cuesta más, por lo cual el orinal, sobraría aquí, ja,ja.
Antes de continuar, es bueno saber que “Siesta” viene de la expresión latina hora sexta, incluida dentro de la “Regla de San Benito” donde el principal mandato es el ora et labora, con una especial atención a la regulación del horario. Benito de Nursia tuvo muy en cuenta el aprovechamiento de la luz solar según las distintas estaciones del año, para conseguir un equilibrio entre el trabajo (generalmente trabajo agrario), la meditación, la oración y el sueño. Estas normas serían acogidas por la mayoría de los monasterios fundados durante la Edad Media. Ahí tuvo su origen la palabra “sextear” o “guardar la sexta”, que después se deformó en el popular “sestear” o “guardar la siesta”.
Lo que quiero destacar no obstante es el filón que han encontrado los hoteles en esto de la siesta. En España, Suiza y Francia, existen hoteles para hacer siesta. En Paris hace poco se inauguró Zzz…Zen, el primer bar para hacer la siesta del país galo. Y aunque la idea pueda parecer 100% española, la verdad es que los orígenes de estos insólitos establecimientos para hacer la siesta se encuentran en New York y Tokyo, donde éste ya es un servicio de uso común entre la población.
NO sé si en Cartagena existan hoteles u hostales para hacer siesta. Pero ahí tienen una sugerencia, que vendría de perlas para ese clima tan caluroso que tenemos en la Costa. ¿Y qué tal una siesta en hamaca?.
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Oye muy bueno este blog te quedo SUPER, FELICITACIONES.
ResponderEliminarGracias por el comentario y perdona la tardanza en manifestar mi gratitud porque te guste lo que escribo.
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